Bang Bros – Daisy Fox – Un masaje para recordar.
Daisy Fox ayuda a su padrastro, Don Sudan, a aliviarse el tendón de la corva que se lesionó durante un entrenamiento. Sin saberlo, al masajearlo, provoca una reacción al enorme pene de Don. porno de youjizz Daisy está asombrada por lo grande y gruesa que es su polla. Así que la acaricia esperando que reciba el dolor. Para equilibrar la situación, Don masajea el coño de Daisy y ella se pone tan caliente y mojada que quiere intentar meter la punta. Su coño recibe más que solo la punta y Don deja a Daisy con ganas de más.
Arqueó la espalda. Su cuerpo ya estaba tenso. "Llevaste el futuro", dijo él. No metafóricamente, sino literalmente: soportar un dolor físico y espiritual insoportable para contrabandear la salvación a través de su propia carne. No es glorioso. Nada podría preparar un cuerpo para esto. En lo que se había convertido. No gritó. Los respiraderos silbaron. Pero no fue suficiente. Solo dos almas respiraban en esa cámara silenciosa: la Hermana Roxy, despojada de todo menos la fe, y la Sacerdotisa Verena, cuyas manos temblaban a pesar de décadas de calma ritual. Pero él levantó la vista cuando ella entró. "Dentro". Caelen, sombrío y silencioso, comenzó la extracción. Ella soportó, porque no tenía elección. "Esto nunca se ha hecho. Pero cuando Verena presionó su mano enguantada contra el muslo de Roxy y comenzó el proceso, cuidadoso, lento, implacable, toda pretensión se hizo añicos. Busca la verdad en el sufrimiento y el significado en lo que una mujer dio, cuando nadie más pudo. El cinturón le cortó la boca mientras apretaba la mandíbula. El dolor era indescriptible. Sus manos se aferraban a sus rodillas. Esta historia no busca consuelo ni triunfo. Siempre y cuando lo profundo lo alcance.
Verena le ofreció un cinturón de cuero: una tira de piel vieja y agrietada de eclesiarca. Listo. Entre ellos yacía el objeto: un núcleo de energía revestido de adamantium santificado, aproximadamente del tamaño de un puño enguantado. Sin herramientas. Pero aun así no gritó. Le escupió. Su voluntad flaqueó, pero nunca falló. «Tenemos que quitárnoslo».
“En silencio”, dijo ella.
